Sus alas desplegadas cortan el viento y el paisaje rinde solemnidad cuando el rey de las alturas sobrevuela precipicios y quebradas. El “Valle de los Cóndores” es refugio natural del ave más grande del mundo, cuyo vuelo soberano custodia el firmamento diáfano de esta parte del país, a más de 60 kilómetros al sur de la ciudad de Tarija.
Ancestral, místico, bello y sudamericano, así es el cóndor, una maravilla de la naturaleza hecha de alas, plumas y una gran habilidad de vuelo. Llegar hasta este cielo de cóndores requiere ganar altura en la geografía escarpada de la Cordillera del Pabellón, lo que implica un esfuerzo físico considerable que requiere de caminatas extensas, de alto nivel de dificultad en ascenso y que requieren más de un día.
Sin embargo, la extenuación vale la pena ante la posibilidad de ver majestuosas bandadas de cóndores que se lanzan a la libertad desde los picos altos de la cadena montañosa. La región constituye un área ecológica de transición entre el altiplano y la selva subtropical, entre los áridos y fríos andes, y la húmeda y exuberante yunga del Chaco. Por eso las vistas son imponentes, un secreto que se devela al avanzar.
Este santuario de vida silvestre alberga una de las colonias de cóndores más grandes de Bolivia, se estima unos 400 ejemplares entre el filo de las piedras anidan y crían nuevas generaciones de esta especie en peligro de extinción con características únicas ya que con sus alas extendidas llega a pasar los tres metros de envergadura.
Allí, “el cóndor pasa” y como dice esta canción “El cóndor de los Andes despertó/ Con la luz/ De un feliz amanecer/ Sus alas lentamente desplegó”. La temporada óptima para visitar el Valle de los Cóndores y avistar las señoriales aves es primavera – invierno, de abril a octubre.
En tanto, al pie de la cordillera, la comunidad de Rosillas es el lugar desde donde parten las excursiones de ecoturismo y de interés científico con el objetivo de encontrarse con ellos y sus paisajes. Los dueños de aire y los cerros, los jerarcas de los valles y domadores de las ráfagas.