Los balcones coloniales son parte del pasado de Lima. Pintorescas construcciones aéreas que perduran al paso del tiempo colgados de casonas y antiguas residencias, son emblemas de la capital peruana, fueron miradores y testigos privilegiados de la escena urbana.
Desde estos balcones se pensó la vida, se inspiraron poetas, se concretaron amores y dese donde también transcurrieron acaloradas discusiones; son esos mismos balcones desde donde se soñó la patria. Balcones de serenatas y despedidas, de miradas perdidas, de suspiros, de tertulias y de largas conversaciones.
En las calles limeñas, próximas al centro histórico y la plaza de armas, los balcones de madera persisten añejos desde la época del Virreinato del Perú. En la actualidad se han convertido en uno de los elementos arquitectónicos más característicos de la Ciudad de los Reyes. En la década del 90 se promovió un plan de restauración que le volvió el brillo al roble, la caoba y al cedro de varios balcones.
Los antecedentes de este tipo de balcones tienen su origen en el mundo musulmán, emparentados con las celosías árabes y también con los balconcillos de las islas Canarias. Existían balcones tan grandes que algunos llegaban a doblar las esquinas de las casas solariegas.
Generalmente, fueron hechos por carpinteros españoles y aborígenes, los construían abiertos o cerrados, rasos, de tipo cajón, curvos o esquineros, también con vidrio o incluso con persianas. Por cuestiones de mayor la intimidad ya en el siglo XVII se fueron recubriendo hasta quedar totalmente cerrados.
Un ejemplo del lujo que podían llegar a tener estos balcones se puede ver en la Plaza Mayor, donde hay dos edificios construidos durante la era del Virreinato: el Palacio de Marqués de Torre Table (1740) y la hermosa mansión Casa de Oquendo, con cinco balcones en su fachada azul.
Con la llegada del cemento y los ladrillos llegó el ocaso para estas joyas arquitectónicas, estos palcos fueron perdiendo jerarquía en las viviendas y los que quedaron en pie son una muestra de la Lima de antaño y con ellos un carácter local inconfundible.