Se podría decir que el tenis a Bolivia llegó en tren, llegó para quedarse y se quedó para triunfar. Un deporte que crece de la mano de clubes y de excelentes tenistas que ponen a Bolivia en el podio de las raquetas. El impulso de la actividad minera y su comercio en las primeras décadas del siglo XX trajo a mecánicos e ingenieros especialistas en ferrocarriles oriundos de diferentes partes del mundo y con ellos la práctica del tenis comenzó a difundirse.
En marzo 1937, en el centro minero de Catavi en el departamento de Potosí, se dio el gran paso para que este deporte se institucionalice y profesionalice con la creación de la Federación Boliviana de Tenis, fue fundada por los clubes de La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí, Sucre, Uyuni y Catavi.
A partir de entonces se organizaron torneos a nivel nacional. Sin embargo, nunca antes como en los últimos años Bolivia contó con virtuosos jugadores que comenzaron a ser reconocidos por su nivel competitivo y a esfera mundial que le permitió al país dejar marcas.
Hugo Dellien, es el joven de Trinidad que representa la esperanza del tenis nacional, es uno de los jugadores más prometedores de esta época. Con 26 años, forma parte del ranking mundial compartiendo el polvo de ladrillo con jugadores como Federer o Nadal.
Dellien, raqueta en mano, encabeza una a potente generación del mejor tenis con ADN boliviano. En junio de 2019 se transformó en el primer jugador de su país en ganar un partido en un Grand Slam en 36 años en Roland Garros. Por eso, la aerolínea de bandera BoA decidió este año sumar esos valores deportivos a su imagen corporativa. A través del apoyo en sus vuelos nacionales e internacionales, BoA asegurará su participación en los diferentes torneos del circuito.