Una antigua tradición cuenta que uno de los 12 apóstoles, Santiago, llegó a Galicia para difundir el cristianismo. En el año 44 fue ejecutado en Jerusalén, y prohibido su entierro. Sus discípulos surcaron el mar hasta Galicia, donde le dieron sepultura. Su tumba quedó olvidada hasta que, en el año 813, en el monte sagrado del Libredón, un resplandor indicó el lugar donde se encontraba.
A partir de allí, en aquel sitio se levantó una ermita, que el paso del tiempo se convirtió en una monumental catedral. Alrededor del templo creció la maravillosa ciudad de Santiago de Compostela, destino de las peregrinaciones europeas medievales a través de la red de calzadas que forman hasta hoy el famoso Camino de Santiago.
En la actualidad, más allá del sentido religioso y espiritual, el trayecto es la huella que atrae a miles de personas también con un sentido turístico, ya que desandarlo “con actitud de búsqueda”, permite conocer a la Galicia más profunda atravesando pequeñas aldeas de montaña, pueblos cargados de historia, villas de ensueño, albergues hospitalarios, puentes antiguos, bosques y construcciones de piedra.
Rincones magníficos que retribuyen el esfuerzo de avanzar kilómetro a kilómetro, ya sea a pie, a caballo o en bicicleta. La UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad.
Existen muchos circuitos que parten desde distintas ciudades de España, Portugal o Francia que tienen a Santiago de Compostela como meca de los caminantes. Lo cierto es que esta antigua ruta de peregrinación también permite encontrarnos en su itinerario no solo con paisajes, sino con la cultura y los sabores de cada comunidad.
Desde 1987 se lo considera el primer itinerario cultural de Europa, el Camino de Santiago cada año se posiciona como un atractivo turístico internacional, anualmente se registran más de 325 mil personas que lo recorren en grupos, en pareja o en soledad. Los motivos son diversos: Arte, naturaleza, fe, cultura, gastronomía e historia. Una experiencia única e intransferible. ¡Buen camino!