A diario tomamos miles de decisiones, aunque apenas somos conscientes de la mayoría de ellas. Desde qué desayunar, cómo vestirnos, qué ruta utilizar para ir a la oficina, qué marca de cierto producto adquirir, qué película ver, a qué hora ir a la cama… Cada una de estas cuestiones consumen energía mental, por lo que no es extraño que para el final del día nuestras elecciones bajen en calidad o incluso las pospongamos. Es lo que se conoce como fatiga decisional.
Un truco para evitarla consiste en establecer una rutina diaria, de este modo tendremos una serie de pasos predefinidos que solo tendremos que seguir hasta concluir el día. También se sugiere simplificar las decisiones más repetitivas, automatizando cuando sea posible. Qué desayunar y qué vestir para ir al trabajo entran en esta categoría.
Otro consejo es tomar las decisiones más importantes y demandantes por la mañana, cuando nuestras mentes están más activas y enérgicas. La noche se puede destinar a planificar el día siguiente y encarar cuestiones menos complicadas. Para concluir, le aconsejamos que ante disyuntivas poco urgentes o cruciales, opte por la opción más sencilla. De ese modo, ahorrará esfuerzos y podrá culminar su día con amenidad.