Después de la fiesta de Navidad y el Año Nuevo, aún queda un festejo más por celebrar: la llegada de los Reyes Magos. En países como España, los niños esperan ansiosos la llegada de “Reyes” que les trae hermosas sorpresas envueltas en papel de regalo. Para ellos, es aún más importante que la de Papá Noel. El 6 de enero se llena de algarabía y desfilan por las calles de Madrid, Sevilla y otras ciudades, carrozas llenas de alegría y música. Las cadenas televisivas transmiten el evento que es seguido alrededor del mundo.

En muchos países hispanos se celebra también, pero de manera más austera. En algunas familias bolivianas se tiene la costumbre de colocar los zapatos viejos de los niños debajo del árbol con la esperanza de que los Reyes Magos traigan unos nuevos para los pequeños de la casa. Cuando esto ocurre, es motivo de sorpresa y emoción.

El ritual previo a la llegada de los Reyes consiste en dejar pasto y agua en la ventana, en platillos sobre la mesa o junto al árbol, para que al llegar, los camellos de los visitantes puedan beber y comer; también ponen algo de alimento para los Reyes Magos, así les muestran aprecio y agradecimiento antes de que continúen su viaje hacia otras casas alrededor del mundo, donde también los esperan.

De esta manera, se transmite a los niños la historia de esos tres extranjeros Melchor, Gaspar y Baltasar, que siguiendo la estrella de Belén, llegaron hasta el pesebre donde había nacido el niño Jesús, con la intención de rendirle honores que solo recibían los reyes de esa época y brindarle regalos muy especiales: oro, mirra e incienso. Esta fecha coincide con la Epifanía en el catolicismo, que es la presentación en público de Jesús, el Hijo de Dios, a los gentiles.

Compartir una Rosca de Reyes, que es un pan dulce elaborado con harina, levadura, con el agregado de pasas de uva y almendras, es una costumbre típica de este día especial. En las ciudades y pueblos de occidente se sirve acompañado de chocolate caliente. Los pequeños disfrutan de este momento junto a sus seres queridos tanto como al recibir los regalos.

En las parroquias e iglesias bolivianas se realizan misas eucarísticas a las que asisten las familias llevando a su propio Niño Jesús para que reciba la bendición. Con esta satisfacción, se despiden de las fiestas de fin año con la esperanza de continuar unidos y en armonía hasta la próxima celebración.