El arte de hacer kokedamas es una antigua técnica artesanal japonesa que data de hace más de 500 años. Se ha convertido en una forma innovadora y moderna de llevar vida y armonía a cualquier rincón del hogar o la oficina, recreando un hábitat natural mediante una maceta viva y esférica.
La esfera está compuesta por musgo, turba, akadama y arena de río, en la cual crece una planta. Las más utilizadas para el kokedama son arbustos, helechos, líquenes, árboles, bambú, plantas florales y silvestres, hierbas aromáticas, cactus e incluso plantas carnívoras.
Una de las ventajas más importantes, aparte de su fácil mantenimiento, es que se pueden colgar sin necesidad de una maceta, basta una cadena o cuerda para sostenerlas del techo o la pared, incluso con las hojas y flores hacia abajo, con todas las posibilidades decorativas que esta característica ofrece. También a menudo se fijan a un trozo de madera o corteza u otro soporte decorativo.
El riego se hace por inmersión, es decir, se cubre la bola en un recipiente con agua hasta que quede cubierta y se escurre. También se puede pulverizar agua para mantener la humedad.
Al no tener un recipiente puede correr el riesgo de que la materia de la bola se seque demasiado, por lo que se debe vigilar la humedad del sustrato con las manos.
La kokedama suele hacerse con la raíz de la planta envolviéndola en arcilla moldeable a la que se da forma de esfera. Este sustrato, que se llama “akadama”, contiene un 15% de turba de musgo que actúa como retenedor de humedad. Se recubre con musgo verde y suave y se ata con hilo o alambre. Con el tiempo, la planta crece y es conveniente agregarle sustrato. Para ello habrá que retirar con cuidado el musgo, aplicarlo y volver a cubrirla.
Lo mejor es no exponerlas directamente al sol para no quemarlas aunque sí requieren un espacio iluminado.